Guía de Kinsale

Barbara Nealon, de Saint Francis Provisions, un restaurante Michelin Bib Gourmand de pequeñas dimensiones, está de acuerdo. «Esta comunidad siempre nos ha apoyado mucho», señala. «Algo que oigo decir mucho aquí es que "una marea alta eleva todos los barcos" y creo que eso es muy apropiado para Kinsale».

Puede que el gran espíritu comunitario no sea la única razón por la que Kinsale, una pintoresca ciudad portuaria de West Cork situada al comienzo de la ruta irlandesa Wild Atlantic Way, está prosperando, pero sin duda es una de ellas.

Pasear por las estrechas calles bordeadas de tiendas llenas de color es hacerse una idea de la fuerte orientación local y creativa a la que se refieren los propietarios de los comercios. Hay velas de alta gama en La Bougie; artículos para el hogar de lujo y tejidos de fantasía en Granny's Bottom Drawer; chocolates gourmet en Koko; y bolsas en abundancia en Kinsale Leather, Ruxx y Mamukko. Kinsale es un destino magnético gracias a esta mezcla de lo modesto y lo artístico, lo casero y lo chic.

La gran oferta de artesanía y tiendas ha contribuido a que Kinsale sea un lugar de moda tanto para los visitantes de fin de semana como para los millonarios que compran propiedades (un rápido vistazo a los precios de las viviendas locales te dirá todo lo que necesitas saber sobre el atractivo de Kinsale). Pero hay muchas otras razones por las que este es uno de los destinos preferidos de la isla de Irlanda.

Por un lado, la belleza de su ubicación en el estuario del río Bandon, a poca distancia en coche de lugares tan espectaculares como Old Head of Kinsale. Por otra parte su gente cosmopolita, su rica vida cultural (la nueva y excelente biblioteca es un buen ejemplo de ello) y una escena gastronómica que, según algunos, no tiene rival en Irlanda.

También hay un increíble sentimiento histórico. Está presente en las viejas casas de piedra y en el trazado medieval de las calles, pero también en edificios más destacados, desde las piedras de color ceniza del castillo de Desmond, que data de alrededor de 1500, hasta la iglesia de San Multose, de 800 años de antigüedad, una de las iglesias en pie más antiguas de Irlanda.

Descubrir las capas de historia sobre las que se asienta la moderna Kinsale forma parte de la diversión, y un buen punto de partida para cualquier visita es un recorrido a pie, siendo uno de los más populares el del afable y locuaz Barry Moloney.

Barry dirige el recorrido a pie Paseo Histórico de Kinsale, que comienza todos los días a las 11 de la mañana frente a la Oficina de Turismo. Justo enfrente, a dos pasos del resguardado puerto, donde los yates de lujo se mecen junto a los barcos de pesca desgastados y llenos de redes, se encuentra el restaurado Fish Shed. Es un amable recordatorio de los orígenes de la ciudad como centro de comercio y pesca, y antaño era utilizado por las esposas e hijas de los lugareños para vender las capturas locales.

Si no conoces la historia de Kinsale, adquirirás la condición de experto cuando termine la visita. Una de las paradas más interesantes de la caminata de 90 minutos es la pequeña Market Square, que alberga el característico museo de Kinsale. Revestido con las características tejas de color gris de Kinsale, el edificio data de la década de 1590, con una elegante fachada de estilo holandés que se añadió en el siglo XVIII.

En la actualidad alberga una pequeña pero notable colección de artefactos históricos, pero a principios del siglo XX sirvió como juzgado de Kinsale y fue el lugar donde se llevó a cabo la investigación del hundimiento del Lusitania, que fue blanco de torpedos frente a las costas del condado de Cork en 1915.

«El capitán William Turner sufrió una crisis emocional en el estrado al describir lo que había ocurrido», explica Barry. «El barco desapareció por completo en menos de 20 minutos; se hundió tan rápidamente que murieron 1200 personas de las 2000 que iban a bordo».

Se trata de un crudo recordatorio de la estrecha y a menudo conflictiva relación de Kinsale con el mar. De hecho, uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia de Irlanda fue la invasión del puerto por una flota española en 1601, en lo que se conoce como la batalla de Kinsale. Hoy en día, el suave vaivén de los barcos de lujo en el puerto parece estar a un millón de millas de distancia de esos hechos, pero como señala Moloney, los peligros del mar están a pocos metros, y la plaza principal se inundó gravemente hace tan solo unos años a causa de una tormenta.

Un recorrido a pie por la ciudad es un buen punto de partida, pero estirar un poco más las piernas te recompensará con una inmersión más profunda en la vida de Kinsale. Diríjete por la calle Lower Road, sube la colina y te encontrarás en el paseo Scilly Walk, que bordea lo que en la zona se conoce como «Millionaire's Row».

Aquí, grandes mansiones antiguas se mezclan con modernas creaciones arquitectónicas con vistas al agua resplandeciente de la bahía. El paseo tiene unos 6 km de longitud, con magníficos pubs como Man Friday, The Spaniard y The Bulman (uno de los más famosos de Kinsale) a lo largo del camino. Llega hasta el fuerte Charles, una fortaleza militar con forma de estrella que data de finales del siglo XVII y ofrece unas vistas increíbles del puerto de Kinsale.

Y es este puerto, con sus aguas verdes acunadas por colinas arboladas, el que confiere a la ciudad un aire casi de Saint-Tropez. En verano, las multitudes más chic se amontonan en los yates, lo que aporta un ambiente animado a la ciudad, pero incluso si no tienes tu propio barco, puedes disfrutar de Kinsale desde el agua en un recorrido.

Uno de los mejores es Kinsale Wellness on Water. El bote sencillo cuenta con Brian Roberts como capitán, que en su día trabajó en la marina mercante y que te deleitará con historias de megamansiones, famosos de Hollywood, fuertes antiguos y naufragios antiguos.

A medida que se aleja lentamente del puerto de Kinsale, la belleza de la zona se va abriendo paso: las garzas se posan sobre sus enjutas patas en la orilla del río, las focas levantan curiosas la cabeza y las aguas del río ondulan con la suave brisa. Es una forma magnífica de pasar unas horas, y tanto Brian como su acompañante, el perro Alfie, son una compañía estupenda.

Además de pescar caballas, Brian también es un gran experto en consejos sobre los lugares de moda de la zona, desde Man Friday, donde su amigo Daniel sirve excelentes ostras locales, hasta The Dock Bar, en el puerto deportivo de Castlepark, donde a los lugareños les gusta pasar el rato. «Me encanta lo que hago y soy el único que hace este tipo de recorridos por el río», explica. «La calidad de vida en Kinsale es magnífica. Lo tienes todo aquí».

Al pasear por la ciudad, es difícil no estar de acuerdo. Kinsale es conocida como la «capital gastronómica de Irlanda», un estatus que se ha ido forjando a lo largo de los años, y hoy en día es poco probable que encuentres otra ciudad en la isla de Irlanda que cuente con una oferta tan amplia de restaurantes de calidad en un espacio tan reducido.

El restaurante Bastion, galardonado con una estrella Michelin, el Fishy Fishy Café, el favorito de los amantes del marisco, y el galardonado bar de vinos ecológicos The Black Pig. ¡Y eso apenas comienza! Podrás desayunar en pequeños y animados cafés como The Collector, con su colección de piezas de moda, y tomar un vino por la noche mientras ves un concierto en Prim's Bookshop.

Saint Francis Provisions es sin duda uno de los lugares más animados de la ciudad y merece la pena reservar con antelación para garantizar una mesa. Por la noche, la luz de las velas y el murmullo de las conversaciones crean un telón de fondo relajado para un menú que mezcla productos locales con sabores internacionales: ostras locales con salsa XO, caballa con escarola, calabaza delicata asada con burrata y cavolo nero aderezado con mantequilla morena.

«Lo que me atrajo de Cork y Kinsale fueron los cultivadores y los productores», afirma su propietaria, Barbara Nealon. «El condado es un centro neurálgico del queso y la charcutería, gracias a todos estos productores increíbles. Es un lugar hermoso y fértil con una cultura alimentaria que está conectada en su origen».

Ese compromiso con los ingredientes locales y su procedencia se refleja en los menús de toda la ciudad («En Kinsale hay un restaurante para cada presupuesto y gusto», dice Barbara), así que busca en los menús salamis de Gubbeen, ostras de Oysterhaven y langostas capturadas en la zona. Incluso los pubs hacen un guiño a los sabores locales, con establecimientos emblemáticos como Jim Edwards, que sirve clásicos del marisco como sopa de pescado y ostras.

La reputación gastronómica de Kinsale no se limita a la comida, ya que Blacks of Kinsale es una de las cervezas locales más populares. A poca distancia a pie de la ciudad, en la parte trasera de un polígono industrial bastante funcional, también encontrarás una de las ofertas más inusuales de la ciudad: Kinsale Mead Co.

Inspirados por una visita a la colina de Tara, donde antaño se encontraba la gran sala del hidromiel de Tara, Kate y Denis Dempsey abrieron la que es la primera fábrica de hidromiel de Irlanda desde hace más de 200 años. El recorrido te permitirá conocer la historia de la hidromiel en Irlanda, degustar miel e hidromiel y descubrir el proceso de destilación.

«Los orígenes de la hidromiel se remontan a varios miles de años atrás. Actualmente se considera el alcohol más antiguo que ha fabricado el ser humano», explica Denis. «En China, el arroz y la miel datan del año 6500 a.C., por lo que se trata de una bebida muy antigua. Pero en Irlanda, se remonta aproximadamente al siglo V».

Decididos a introducir la hidromiel en el siglo XXI sin dejar de respetar sus orígenes, los Dempsey han hecho un ingenioso trabajo desafiando las percepciones sobre la hidromiel con cócteles combinados y sabores modernos. No te sorprendas si acabas comprando una o dos botellas.

Hay pocas formas mejores de apreciar el glorioso paisaje que rodea Kinsale que conduciendo hasta el Old Head of Kinsale. Las carreteras bordeadas de setos se retuercen y serpentean ofreciendo unas vistas sorprendentemente bellas del océano Atlántico a medida que se acerca a la punta de esta península (la punta misma está ocupada por el club de golf de Kinsale).

Los escarpados acantilados caen en picado sobre el agitado océano y están coronados por una llana meseta verde que se extiende hasta el faro Old Head of Kinsale. Aunque no se puede llegar a pie hasta la punta, sí se puede recorrer parte del camino, e incluso si se va en coche merece la pena salir para estirar las piernas y disfrutar del entorno.

La península también alberga el museo del Lusitania, una pequeña pero interesante exposición que detalla el trágico hundimiento del barco frente a la costa del condado de Cork.

Por último, los aficionados a nadar en el mar están bien atendidos en esta parte de Irlanda. A un corto trayecto en coche (o una larga caminata) de la ciudad se encuentra la popular playa de Kinsale, a la que se accede por un estrecho sendero. Los nadadores acuden aquí en masa los fines de semana y se llena especialmente en verano, pero las aguas son transparentes y las vistas preciosas.

Los nadadores más serios deben dirigirse a Sandycove, donde los lugareños nadan hasta y alrededor de la pequeña isla que hay aquí. En los días soleados, es un pequeño paraíso.

Dado que Kinsale es un destino tan popular, conviene planificar la visita con antelación, sobre todo en los meses de verano. El otoño es una época especialmente bonita para ir, con el Festival Gastronómico de Kinsale, el Festival Literario de Kinsale y el Festival de Jazz de Kinsale como grandes atractivos.

Acton's y Trident son dos de los hoteles favoritos desde hace mucho tiempo. Blue Haven goza de una excelente ubicación en el centro de la ciudad y cuenta con el restaurante Rare, aclamado por la crítica, lo que lo hace popular entre los amantes de la buena comida. Si prefieres algo más lujoso, prueba Perryville House, un lujoso hotel de 34 habitaciones con un pequeño pero elegante jardín.

O si quieres una experiencia más privada, prueba Giles Norman Townhouse, que eleva el nivel de los alojamientos independientes con preciosas habitaciones decoradas con obras de Norman, un conocido fotógrafo local. A medida que se acerca la noche, puede que envidies a la gente que vive en esta vibrante ciudad. Pero siempre queda esperar la próxima visita.